En estos momentos de crisis y de incertidumbre he escuchado a muchos padres decir no importa si me pasará algo, pero yo pienso en mis hijos, ellos aún me necesitan, y comprendo sus palabras y su temor totalmente, pero no puedo evitar pensar que esa es nuestra realidad siempre, somos seres finitos, un día vamos a partir y no existe garantía que nos asegure tener el tiempo de dejarlos con la edad o los recursos suficientes para seguir sin nosotros nunca.
Pero al mismo tiempo digo que tiempo más reflexivo y cuanta gratitud en mi corazón porque a pesar de las circunstancias, de las miles de personas pasando difíciles momentos, personal médico y servidores públicos anteponiendo sus profesiones a la estabilidad de sus familias, tenemos tiempo de interceder a Dios unos por otros, de pedirle Misericordia, de valorar la salud, el alimento, el tiempo en familia, y hasta la libertad de movernos a hacer lo que queramos, y es allí que notamos la irrelevancia en que pasan los días y no percibimos cuán bendecidos somos.
Tomemos este tiempo con la sensibilidad que amerita, demostremos la solidaridad, la responsabilidad social de ser prudentes, el amor por nosotros mismos y nuestras familias, no es entrar en pánico es tener paz en medio de la tormenta, con corazón agradecido y confiado en que Dios nos cuida y sus misericordias son nuevas cada mañana.
Reprograma tu mente y corazón buscando su dirección, es un PARE forzoso que puede beneficiar tu vida y la oportunidad de sembrar en el corazón de tus hijos memorias, dales ejemplo de como reacciona la Fe en tiempos de angustia, y como la prudencia puede llevarnos a evitar tiempos peores, lecciones de vida.
Si necesitamos acciones físicas de protección contra un virus, cuánto más contra las adversidades de la vida en otros aspectos, emocionales, psicológicos, y espirituales, aprovechemos este tiempo de manera productiva.
Si el virus está en todas partes, recuerda que Dios también!!!
Luisa Cespedes

Fundadora de Camina Conmigo, Luisa es una Consejera Cristiana, apasionada por el trabajo social y comprometida con los niños, creyente de que Dios tiene un propósito en la vida de cada persona y el de ella es la lucha porque cada vez menos niños conozcan el flagelo del abuso y sus corazones sean guardados del dolor que esto genera